Nueva York, let’s go by Ana Punset

Nueva York, let’s go by Ana Punset

autor:Ana Punset [Punset, Ana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2017-01-31T16:00:00+00:00


—Estás ardiendo. ¿Será un virus?

—Si fuera algo vírico, habría alguien cerca igual —resolvió sus dudas Raquel.

—Pero si hubiera comido algo en mal estado, estaríamos todas malas también. Anoche cenamos lo mismo, ¿no? —preguntó Lucía y Raquel asintió para darle la razón.

En su interior empezaba a fraguarse una sospecha. No quería contemplarla, pero empezaba a verle un sentido. Primero la caca de gaviota y ahora esto. ¿No era extraño que les sucediera algo malo a dos miembros del Club de manera tan seguida?

—Pues sí que es raro… —habló Lucía en voz alta, pero no estaba dispuesta todavía a compartir lo que se le estaba ocurriendo. ¿Tendría Rosemary algo que ver en todo aquello?

—Marta y Susana han ido a buscar a la enfermera. Ahora llegarán, supongo, y nos sabrá explicar —dijo Bea, con el gesto también preocupado. Para ese día, había elegido unos calcetines de color gris que lo ponían igualmente de manifiesto.

Lucía tomó asiento al lado de la enfermita. Le resultaba chocante y doloroso ver a Frida así de débil, porque siempre era la más fuertota del grupo. No solo por ser deportista, sino por su carácter firme y luchador. Quería hacerla sentir mejor y no sabía cómo, porque creía que su amiga leería en ella sus propias preguntas inexplicables.

—Por lo menos perderé ese par de kilitos que me sobraban —dijo Frida y Lucía se rio. No sabía de dónde sacaba las ganas de burlarse de la situación.

—Pues dame un poco de eso, que a mí me sobran unos pocos más —le respondió.

Frida entornó los ojos antes de volver a hablar casi en un susurro de dolor:

—Bah, como si fueras capaz de romper tu relación con la Nutella…

—Ni de coña.

—Pues a mí ahora no me entraría ni una pizca —confesó Frida cerrando los ojos y Lucía suspiró angustiada.

—¿Qué tenemos aquí? —preguntó con acento latinoamericano una mujer vestida de blanco, a la entrada del dormitorio. Lucía no sabía ubicarla: ¿Perú, Venezuela…?



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